lunes, 25 de agosto de 2014

El reino del laberinto

Una maldición condeno al reino. La malvada hechicera, ama y señora de los espíritus de la noche, echo un hechizo y la comarca se transformo en un inmenso laberinto con infinitos pasadizos. Con muros laterales de piedra de cincuenta metros de altura, separados por una distancia de cinco kilómetros.
La hechicera, cuyo nombre era " Lunantra" condeno esa tierra  porque el monarca de aquel entonces, " Tiranis, el magnifico", asesino a su hijo, el malvado príncipe de la estrellas "Yamal".
Transcurrieron mil años y muchos quisieron penetrar en el laberinto, pero murieron al intentarlo. El laberinto cambiaba el trayecto de sus pasadizos cada noche y era imposible encontrar su salida.
El reino vivia en un estado de libertinaje total, las cosechas estaban secas y el hambre los castigaba. Ademas los plebeyos no respetaban a sus soberanos ni a sus leyes.
Y fue entonces cuando una adolescente de trece años, la princesa " Lucila", de la dinastía de los caballeros de las rosas, tomo la decisión de atravesar el laberinto y salvar a su devastado reino.
Se puso su armadura, tomo su espada, monto su caballo y partió.
Recorrió el laberinto y hallo la cabaña de una bruja.Y se presento ante ella. La anciana dijo que le diría como continuar, pero antes debia capturar un unicornio blanco. Y "Lucila" así lo hizo.
Siguió avanzando y llego a una cueva, y cientos de malvados orcos intentaron hacerla prisionera, pero logro escapar.
El laberinto, como se menciono al principio de este relato épico, modificaba su trayecto diariamente y por momentos desorientaba a la princesa.
Después de cruzar el "bosque de las almas perdidas"encontró, por casualidad la "isla de las hadas". Nado hacia esa lejana costa, al mismo tiempo que abandonaba para siempre a su caballo.
Las hadas prometieron ayudarla si conseguía traerles la "copa sagrada de los elfos". Y con mucho esfuerzo la obtuvo.
Continuo su recorrido y arribo a la "tierra de los duendes".Estos eran arrogantes, codiciosos y siniestros. Los duendes impidieron que continuara su camino. Sin embargo, prometieron que le darían el pergamino de los "antiguos gigantes sin
tierras", un mapa para orientarse, si asesinaba a rey de los "trolls". Casi muere en esa travesía. Sin embargo, entrego a los duendes la cabeza de ese cruel monarca.
Se acercaba al final del laberinto.
Entro al reino de las "ninfas", y estas le exigieron, si quería llegar al final de su viaje, la sagrada espada del ultimo dragón, y a cambio le concederían poderes mágicos. La princesa escalo la montaña mas alta y consiguió la antigua espada
con valentía; y así, con sus nuevos poderes, se transformo en "Lucila, la hechicera blanca".
Llego al final de su odisea, hazaña que nadie logro jamas. Se dirigió al castillo de la hechicera, que se encontraba al final del laberinto, y con su espada  y sus conjuros asesino a "Lunantra", que todavía vivía.
El laberinto desapareció para siempre y de esa forma salvo a su reino.

martes, 19 de agosto de 2014

Un corazon con aroma a frutillas

Había una vez una niña muy hermosa que nació con un fuerte aroma a frutilla en todo su cuerpo. Era tan intenso que sus padres usaban barbijo para protegerse y no desmayarse.
Su presencia “frutal” era muy agradable, sin embargo, ese dulce olor terminaba empalagando hasta el punto de ser insoportable.
Para Julieta, el personaje principal de esta historia, la vida no era fácil. Salir a la calle era un problema, pues la gente al olerla más de diez segundos, huía despavorida.
Tuvo que dejar la escuela porque no soportaba ser excluida de ese ámbito. No compartía  el aula con sus compañeros, pues el director le había asignado una para ella sola. Y los profesores se negaban a darle clases.
Pasaron los años, Julieta se transformó en adolescente. Era muy bonita; era rubia, de tez blanca y alta.Y ya empezaba a gustarle los chicos, pero no se atrevía a
hablar con ellos por temor a espantarlos.
Una vez fue a bailar sola pero fue un verdadero desastre. Tuvieron que desalojar el lugar y llamar a los bomberos.
Hasta que una tarde de verano su vida cambio. Conoció a su "príncipe azul".
Ronald, el florista, era su nombre. Habia perdido a sus padres y trabajaba desde niño. Tenia diecisiete años.
Esa tarde, Julieta fue a la florería y el chico no le quito los ojos de encima. Cuando salió a la calle, el comenzó a seguirla hasta que la alcanzo en la esquina.
-Señorita, permítame invitarla a tomar un helado.
-¿No te molesta mi aroma a fresas, chico guapo? – respondió desafiante
-Soy florista desde hace más de cinco años. Tengo el olfato muy sensible a todo y tu hueles muy bien. Tu aroma me cautiva. Hueles a frutilla con jazmin y una pizca de rosas y claveles.
Estaban todo el tiempo juntos; se amaban y daba gusto verlos juntos.
Y así Julieta, la bella adolescente "frutal", conoció al amor de su vida. Y cuando cumplió los dieciocho años, se casó con Ronald, su gran amor.

                                       

lunes, 11 de agosto de 2014

Mi locura por los videojuegos

Todo comenzó cuando mi papá me compró una consola de juegos cuando tenía doce años. En seguida me entusiasme con el “Pac man”, con el “Frogger”, con el "Galaga", con los "Invasores del espacio", con el "Donkey Kong", con el "1942" con el "Kung fu master", con el "Bomberman", con el "Bubble bobble", con el "Star force", con el "Mario Bros", con el "Sonic" y con el “Tetris”. Pasaba horas jugando y, sin darme cuenta, descuidaba mis tareas escolares e ignoraba a mis amigas.
Después, un año más tarde, para mi cumpleaños, me regalaron una computadora. Eso cambió mi vida. A veces pasaba días sin dormir tratando de aprender su uso; aprendí sola con ayuda de libros y revistas de programación. Lo que siempre me volvió loca fueron los juegos. Cree muchos de ellos y los vendía por Internet, sin que mis padres se enterasen. Como no podía tener una cuenta bancaria me abonaban en efectivo.  Me encontraba con mis clientes después de la escuela y cerrábamos el trato.
Cuando tenia esa edad, adquirí también las viejas consolas "Atari" y "Family game" (rompía los joyticks de tanto jugar); y después las versiones mas modernas de "Nitendo" y "Sega".
Mi mejor amiga, Soledad, me vendió su celular, pero lo usaba sólo para jugar al “Pin ball” (era experta y conseguí romper el récord de ese juego en mi país). No solía mandar mensajes ni llamaba a nadie.
Tuve una fuerte discusión con mis progenitores cuando decidí dejar la escuela. No me interesaba aprender cosas absurdas que nunca iba a poner en práctica en la vida. Mis padres reprochaban que lo único que mi importaba eran los “jueguitos electrónicos”.

-¡Por dios, hija, debes salir con tus amigas, ir a discotecas y conocer chicos!

-Soy feliz así, mamá. ¡Déjenme en paz!

Pero lo peor que me sucedió fue convertirme en adicta. Cuando salieron los juegos de realidad virtual me perdí en ese fantástico mundo.
Ni siquiera tuve que gastar dinero, pues esa “maravillosa” aplicación la descargue en la red.
 El juego consistía en una aventura épica y medieval. Yo era una reina y tenía que gobernar. Vivía en un castillo y me enfrentaba a orcos, dragones y gigantes. Firmaba acuerdos territoriales con los duendes y me enamoraba de un elfo muy apuesto.
Después siguió la "Playstation", que fue mi perdición.
En ese mundo estuve en inmersa hasta los quince años. No me bañaba y estaba en pijamas todo el día. Mis padres estaban muy preocupados por mí. Yo, por supuesto, los ignoraba.
Y un día me “desconectaron “de esa realidad paralela. Mi papá apagó la computadora y me internaron en un centro de adicciones.

-Se terminó, hija. Hemos tenido bastante paciencia contigo. ¡Basta de jugar!

-¡Es injusto! Yo no molesto a nadie…

Salí de ese horrible lugar y regrese a mi hogar. Cuando llegué me dirigí a mi cuarto y, para mi sorpresa, la computadora y la consola, habían desparecido.
Me reencontré con mis amigas. No las veía desde hacía más de tres años.

-¿Qué gusto volver a verte? Me alegro tanto de que estés nuevamente en este mundo.

-Gracias. De todas formas cuando termine la escuela me dedicaré a la programación de videojuegos.

Eso era lo que mis amigas me decían.Mientras tanto yo experimentaba algo de felicidad por haber abandonado la realidad virtual. Sin embargo extrañaba ese mundo tan increíble.
De todas formas, los sábados, me escapaba a la tienda de videojuegos del centro comercial y me deleitaba con jueguitos de la década del ochenta. Pensar que mi adicción empezó con esos juegos tan básicos.
Para mis “dulces dieciséis “compre un pequeño “game boy”, que usaba, con muchísimo placer, a escondidas de mis padres.
Ya me había curado y estaba preparada para volver a la escuela y terminar mi adolescencia, pero nunca voy a olvidar las noches de insomnio viviendo aventuras en mi computadora.

lunes, 4 de agosto de 2014

La carta más triste (1)

Alguien sin escrúpulos robo mi inocencia. No quiero dar detalles; así que hablare metafóricamente. Mi agresor me atormentó siempre con la culpa, pero yo se que no fui la responsable de lo que me paso. Nunca provoqué a nadie. Solo diré que fue un familiar mío de veinticinco años de edad. El me molestaba, se divertía conmigo y me amenazaba desde hacia años.
Hable con mi madre pero nunca me creyó.

- Eres una mentirosa. No puedes hacer una acusación de esa clase.

- ¡Te juro que es verdad, mamá! ¡Ayúdame!

Plantee mi problema en la escuela; le comente a mi maestra todo lo que estaba sufriendo, pero no me quiso entender ni ayudar. De hecho insinuó que yo provocaba a ese monstruo.

-Tal vez deberías dejar de usar las polleras tan cortas - agrego la docente.

- ¡Nadie me comprende! ¡Tengo doce años! No se provocar a un hombre.

A los trece años quede embarazada de ese desgraciado.  "Nunca querré a ese ser gestado sin consentimiento", pensaba todo el tiempo. Cuando tuve el atraso me agarro un ataque de pánico y acudí a una amiga, quien me acompaño a la farmacia a comprar el test de embarazo.

- ¡No puede ser! Ese miserable me arruino la vida.

- Tranquilízate, Jorgelina. Encontraremos una salida - me consoló mi mejor amiga.

- Esto es un callejón sin salida- dije desesperada.

Lo oculte cuatro meses hasta que ya no podía disimularlo más. Pensé en abortar, pero no tuve el valor de hacerlo. Hable con mis padres sin embargo ellos no me comprendieron. Mentí; dije que el responsable era un chico que conocí en una discoteca. Tuve miedo de decir la verdad pues, como mencione al principio, siempre estuve amenazada.
Mis padres me dieron un ultimátum para irme de casa y me marche.
Hoy vivo en la calle y tengo mucho frío.
¿Por qué me ocurrió esto a mí? Era una chica normal que iba a la escuela y tenía amigas.
Estoy sola y desesperada y ya perdí la esperanza. No quiero continuar con este martirio; me rindo.
Redactare una carta de despedida para mi familia. Ya todo termino para mí.


(1) Este relato es una obra no verídica.