A pesar de que estaba llegando con retraso a la escuela, pase por kiosco a comprar chicles y la revista “Mis dulces dieciséis”. Me faltaba un mes para cumplir esa edad y tenía que preparar el vestido y organizar la mejor fiesta del mundo.
Corriendo entré a la escuela. Me faltaba el aire de lo agitada que estaba.
-Nancy, llegas tarde. –me advirtió el portero.
- Lo sé, pero no tengo muchas faltas- respondí
Me dirigí hacia el aula. A esa hora la profesora Pérez estaba dictando su aburrida clase.
-No, niña, vete a tu casa. No abras la puerta…La profesora te comeré viva.
-Inventaré alguna excusa, Charlie.
-¡Te lo ruego! ¡No lo hagas!
- ¿Me está hablando en serio?. Tanta historia por llegar veinte minutos tarde.
Ignoré sus absurdos consejos; gire el picaporte, abrí lentamente la puerta del aula y repentinamente alguien se me arrojo encima, mordió mi cara, me rasguño toda y me provoco heridas en el brazo y en la pierna.
Todos mis compañeros, junto a Charlie, el portero, se acercaron y me separaron de las garras de esa “cosa”.
Enseguida me llevaron a la enfermería. Me dolía todo el cuerpo y no entendía que era lo que me había ocurrido. Solo alcancé a ver un cuerpo de mujer con cabeza de felino y unos dientes bien afilados. Era imposible que fuera real. No sabía qué pensar. Tal vez fue una alucinación o quizás se trató de una broma de mis compañeros.
Cuando estaba por salir de la escuela, vi a Charlie, el portero y lo llamé.
-¿Qué sucedió? ¿Quién me atacó?
- Te lo advertí no debiste ingresar al aula. La clase ya a había comenzado…
-Pero, ¿quién se me hirió?
-Fue la señora Pérez, tu profesora de matemática. Hoy ingreso a la escuela con cuerpo de mujer y cabeza de león