sábado, 2 de noviembre de 2013

Un paseo muy feliz

Analía y Eva salieron de la escuela. Era su primer día de clase. Hacía muy poco tiempo que se habían mudado a la ciudad y estaban bastante molestas con sus padres por ese cambio tan abrupto. Fue muy duro dejar a sus antiguos amigos.Tenían que empezar todo de nuevo. Debían adaptarse a sus nuevos compañeros del colegio y conocer nuevas amistades.
Analía tenía doce años y Eva quince. Las dos llamaban la atención por su belleza; eran altas y rubias.La mayor de las chicas tenía pecas en su rostro y la menor un lunar en su mejilla izquierda.
-¿Cómo te fue en la escuela, Analía?
- Bastante bien, aunque me aburrí un montón en la hora de matemática.
- Yo descubrí un chico muy lindo. No paraba de mirarme en el recreo ¡Quiero que sea mañana para volver a verlo! Es hermoso- comentó Eva.
Las chicas caminaban por la avenida principal del centro comercial. Un lugar muy bonito.
Los edificios, en su mayoría construidos a mediado del siglo xx, no eran muy altos (no superaban los tres pisos).Los locales comerciales, repletos de gente, estaban pintados, la mayor parte, de color blanco y rosa. Había por lo menos cinco árboles en cada cuadra. Y lo más llamativo era el bulevar adornado con rosas y claveles.
-Me encanta esta avenida. Se puede sentir el aroma de las flores y en los negocios se puede comprar cualquier cosa que se te ocurra. Me gustan las vidrieras de la casas de ropa que está a una cuadra de la escuela- dijo Analía.
Cuando se encontraban a punto de cruzar una de las calles, observaron que cuatro chicos se les acercaban.
-¿Analía ves es chico más alto?- preguntó Eva a su hermana.
-Sí, es muy apuesto.
-Es el muchacho del que te hablé. No me quitaba el ojo de encima.
Estaban a punto de cruzarse con el grupo de chicos, cuando uno de ellos (el admirador de Eva) se adelantó donde estaban las dos adolescentes, dejando atrás a sus amigos.
-Hola, soy Nahuel. Eres nueva ¿no? Nunca te había visto en la escuela- preguntó a Eva.
-Hola. Soy Eva. Sí, llegamos a la ciudad hace un mes.
-¿Y te gusta esta ciudad Eva?
- Sí, claro. Esta avenida es preciosa.
-Sí, es cierto. Es la avenida Rosales, así se llama. Eva quería invitarte el sábado a mi casa. Haré una fiesta y vendrán compañeros del colegio. ¿Quieres venir?
-Sí, por supuesto, Nahuel- respondió, tímidamente, al mismo tiempo que le regalaba una sonrisa.
-¡Gracias! Toma; ésta es la invitación. ¡No faltes!
Nahuel se marchó muy feliz con sus amigos. No esperaba que Eva aceptase asistir a su fiesta.
-Estoy muy contenta, Analía. ¡Qué suerte que tuve! Ese chico me encanta. El paseo por esta avenida tan linda me trajo suerte.
Ya estaban a punto de girar en una de las esquina y abandonar la avenida Rosales, cuando Analía observo algo que le llamó la atención. En la vereda había un billete de cien dólares.
-¡Mira lo que encontré, Eva! ¡También es mi día de suerte. Una suerte muy diferente a la tuya, por supuesto.
- ¡Felicitaciones, hermanita! Vamos a comprar con ese dinero las zapatillas para jugar al hockey que viste ayer.
Y de esa forma terminó el paseo de las dos simpáticas adolescentes por la llamativa y pintoresca avenida Rosales. Felices regresaron a su casa. Y cuando sus padres les preguntaron si les gustaba la ciudad, respondieron que amaban a la avenida Rosales y que de ahora en adelante la llamarían la “avenida de la buena suerte”.